Continuando sobre cómo funcionan nuestras sociedades, ahora hay que tocar un tema que va de la mano y es el de como nosotros convivimos.
Sabemos de antemano que es difícil que todos estemos de acuerdo en algo y cada acción que realicemos puede ser en contra de la integridad de una persona, afectando de sobremanera el tejido social.
Para esto, vamos a tomar como referente al teólogo Miroslav Volf, él nos plantea en su libro "exclusión y acogida" que existen 4 formas en las cuales excluimos al prójimo, tratándose de la eliminación, asimilación, dominación y abandono.
En palabras de Jiménez, (2024) nos cuenta que para Volf (2022), la eliminación trata de una exclusión donde se mata al enemigo.
Todo lo que no pertenezca a este «uno» que todo lo abarca se considera ambivalente, contaminante y peligroso, hay que eliminarlo. Para tener un mundo puro, expulsamos a los demás, para ser puros por dentro, expulsamos la alteridad de nuestro interior.
El afán de pureza lleva implícito todo un programa para organizar nuestros mundos sociales, desde el mundo interior de cada uno hasta el mundo exterior de nuestras familias, barrios y naciones. Es un programa peligroso porque es totalitario y se rige por una lógica que reduce, expulsa y segrega, en los casos extremos, matamos y expulsamos.
Otra forma de exclusión “menos agresiva” que la de la eliminación es el de la asimilación, donde el otro puede sobrevivir e incluso prosperar si renuncia a su identidad para volverse como nosotros.
La segunda forma de exclusión benigna, según Volf (1996) es el de la dominación, la cual consiste en atribuir a los demás la condición de seres inferiores.
Nos aseguramos de que no puedan vivir en nuestros barrios, conseguir determinados tipos de trabajo, recibir la misma paga o el mismo honor; deben permanecer en el lugar que les corresponde, es decir, el que nosotros les hemos asignado.
Los subyugamos para poder explotarlos con el fin de aumentar nuestra riqueza o simplemente inflar nuestros egos.
Y por último, Volf (2022) indica que el abandono sería la indiferencia con la que el primer mundo rico y poderoso se relaciona con el tercer mundo pobre y débil, así como la indiferencia del primer mundo hacia sus propios pobres o cuarto mundo, es decir, no otorgarle al otro los mismos suministros.
Si los demás no tienen los bienes que deseamos ni pueden prestarnos los servicios que necesitamos, nos aseguramos de mantenerlos a una distancia prudencial. Nos apartamos de ellos para que no nos reclamen nada.
Algo que hay que resaltar en el tema de la exclusión es que va acompañada de otras emociones que sentimos hacia los demás que van desde el odio a la indiferencia y que lamentablemente ponemos en práctica desde la cotidianidad.
Es por esto por lo que tenemos que poner a prueba la ética para quitarnos de encima esta mentalidad y poder vivir plenamente, de igual forma hay que usar la razón y comunicación para comprender las diferencias de los demás desde el respeto.
Solo el diálogo nos va a permitir visualizar diferentes perspectivas, que nadie tiene la absoluta verdad de todo y poner en práctica el entendimiento mutuo.
Bibliografía:
- Universidad Tecmilenio. (2023). Tema 13: La carga teleológica: Ética para vivir mejor - Ética profesional y ciudadanía. Tecmilenio.mx. https://cursos.tecmilenio.mx/courses/173904/pages/mi-curso?module_item_id=625112
- Volf, M. (1996). Exclusion and embrace: theological reflections on identity, otherness and reconciliation. UU.: Abingdon Press.
- Jiménez, J.M. «Sobre Exclusión y acogida de Miroslav Volf (2022)». Revista d’Humanitats, 2024, Núm. 8, p. 10, https://raco.cat/index.php/humanitats/article/view/430135
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